domingo, diciembre 12, 2010

El transporte público está deshabilitado, los conductores están adorando a la virgen, no hace falta especificar la fecha. Como buena persona que odia la espera, pongo los pies en movimiento después de menos de 10 minutos. Las luces guían la ceguera que ellas mismas producen, esta acera no está hecha para caminantes; para esos excluidos de la tendencia "auto propio o transporte público”. ¿Nadie opta por caminar en esta ciudad? Después de unos 10 minutos en línea recta llego a ese supermercado que cada ciudad tiene, era de esperarse, está abarrotado. No puedo comprar nada porque verdaderamente odio esperar, aún más si es una fila; mi neurosis no soporta las neurosis de los demás. Mis pies están de nuevo en movimiento y sin percatarme ya estoy en esa zona restringida de mi memoria, donde todo era, si no rosa, pues de cualquier color claro. No se puede recordar el pasado bueno sin ligarlo cronológicamente al ahora, el pasado malo se hace presente en ese interludio... y maldigo mi suerte, prosigo estoico en llevar a cabo el plan B, tengo que pasar esta zona de la ciudad antes de que colapse… continúo y me despierto incompleto, crecí sabiéndome incompleto, deseando una plenitud que a final de cuentas era falsa, nada está completo entonces... ¿qué es lo que nos queda a nosotros los incompletos? Las calles están más obscuras que de costumbre, será por el despertar o por la falta de luna.