miércoles, marzo 14, 2007

Y así fue como nos sumergimos en aquel obscuro movimiento de ineptitud ante nuestros ojos repletos de libertad confusa y maliciosamente ambigua... A la altura del pecho tenemos un remolino que se traga cualquier otra ambición. Es la pinche profecía que se cumple porque nonsotros mismos lo propiciamos... El encuentro entre nuestros miedos y nuestra estupidez.