Una ventana empolvada que no se intimida ante un inmenso cielo opaco. Perdí la noción del tiempo... tan sólo veo luz color gris entre sueños, entre caricias. Ya no hay diferencia evidente entre amanecer y anochecer. Me perdí en nuestro mundo íntimo, en medio de la nada ni siquiera el tiempo reconoce su dirección habitual. Un edificio opaco, una colonia callada, niebla, árboles azarosos y hojas caprichosas, indomables; incluso la música es opaca, hipnótica, confusa... y hermosa. Tus sábanas huelen a perfume y siempre estamos adormilados. ¿Realidad o sueño? La diferencia ya no importaba, lo único que me mantenía atado al mundo era el invierno, la humedad. No había mejor refugio que tus brazos, tus sueños. Las conversaciones se detallaban en suspiros. Vivimos días lentos, impredecibles, confusos, desolados... no existía nadie más... Ahí nació mi nostalgia...
jueves, junio 17, 2010
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