En días como hoy odio tantas cosas, entre ellas las mentiras del radio y la música desechable que lo infesta. Odio las personas que lo consumen, que se conforman con lo poco que ofrece; un ritmo repetitivo y plástico sin fondo, forma como un caparazón vacío. Odio que tales objetos culturales sean exitosos por la pasividad de la gente*. La música es más que eso, es una amante intensa no una puta simplona y barata: masiva. Ésta coge centavo a centavo haciendo ricos a quienes la denigran. Normalmente me toca odiar lo que acabo de decir en combinación con un embotellamiento que los simios intentan solventar con más contaminación, pero ahora de ruido, ira y más imágenes horribles; caras desesperadas.
*Ahora que lo escribo de nuevo, creo que soy demasiado duro, tal vez le encuentren una intensidad que yo no he podido reconocer. Lo que pienso más probable es que no tenga mucho sentido de todos modos. Que sólo es un rimo fácil de entender, una letra fácil de recordar y un sentimiento que todos comparten y anhelan pero pocos entienden; el "amor".
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