Cada vez que veo la cara de un perro en la calle que no se está divirtiendo mucho o no la pasa bien, siento que me arrancan un pedazo de mi alma. Como si revirtieran esos recuerdos bonitos al lado de uno de ellos y ahora dolieran proporcionalmente. Un pedazo de mi alma muere cuando veo un perro muerto al lado del camino y sin duda ya no soy el mismo desde que he presenciado dos atropellamientos fatales. Lo sé muy bien, me proyecto en ellos porque manifiestan su no comprensión del mundo caótico gobernado por humanos perversos. Incomprensión que manifiestan con ojos tristes y orejas y rabos retraídos, yo soy igual, en el fondo. Por otro lado admiro y venero su simpleza emocional y expresiva, su entrega sincera; muchos humanos deberíamos aprender de ellos, así, en general. Yo creo que muchos perros sufren más por negligencia del hombre que por la irremediable naturaleza de las cosas. Quisiera hacer algo grande por ellos; un cambio en los humanos.
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2 comentarios:
Por alguna razón nos es fácil empatizarnos con los cannes, siento lo mismo que describes...me recuerdo un día nublado en nuestro pueblo, caminando por la calle cuando algo llamó mi atención: un sujeto jalaba a un cachorro con una reata que le amarró al cuello y lo trataba de meter en la cajuela de lo que asumo era su auto...me avergüenza reconocer que nada hice a este respecto...qué puedo cambiar en mi para actuar cuando debo actuar???
Creí que nadie leía este blog. Gracias por eso. En cuanto a tu pregunta... Supongo que sería conveniente contar hasta tres como cuando te vas a aventar a una alberca, lo demás será una buena historia.
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